lunes, 29 de diciembre de 2008

El legendario Rach3


Cada vez que la escucho siento…siento…no se que siento y si lo supiera no sabría enunciarlo. El primer movimiento es afligido, pesaroso y melancólico e indistintamente enérgico y fogoso. Las notas se escabullen en mi cabeza, juguetean con mis sentidos, me provocan una complaciente sinestesia. Las puedo tocar, las puedo saborear, las puedo oler, las puedo ver, las puedo escuchar.

Aquí os dejo un fragmento de la que es para mí una de las mejores interpretaciónes del Rach3 (tal vez la composición más difícil de interpretar para un pianista) del australiano David Helfgott. Una interpretación más lenta que la grabada por Rachmaninov en 1939 y un poco menos romántica que la grabada por Horowitz. Disfrutadla igual que lo he hecho yo.


He visto muchas interpretaciones del Rach3, pero sin duda he aquí la mejor que he visto, la argentina Martha Argerich.


viernes, 26 de diciembre de 2008

Las indulgencias del tiempo

Lo maravilloso del tiempo es que no alberga predilecciones. El tiempo transcurre igual para mí o para cualquier otro. Es un canalla que desfigura nuestros momentos de felicidad. Instantes fidedignos y reconfortantes reducidos a imágenes difusas, que como ya he dicho en ocasiones anteriores son magnificados por nuestra imaginación. El tiempo lo puede todo. Deteriorar lo que alguna vez consideramos sagrado e invulnerable, eliminar el agobio que permanece después de aceptar que has cometido un error y para mi fortuna, fortalecer los vínculos que alguna vez pensaste eran imposible establecer. El tiempo franquea la dura coraza de hipocresía y conveniencia que cubre nuestras relaciones y nos permite vislumbrar con claridad la naturaleza de las personas.

Con el tiempo he logrado destilar estas relaciones formando dos clasificaciones enfrentadas. La primera son las personas que realmente representan un potencial en mi vida, que alimentan mi futuro con sus acciones y que sortean los tropiezos que provoca el tiempo y los convierten en oportunidades. La segunda no merece ni ser mencionada, pero para mi decepción, más conocidos se encuentran dentro de esta clasificación, en la cual jamás estará María.

Recuerdo perfectamente nuestro período de colegio. Era una época de transiciones, de cambios. La adolescencia golpeaba con fuerza la puerta de entrada de nuestra existencia, alertando y desafiando con antelación la encantadora monotonía de los videojuegos y el futbol. En este periodo tan ambiguo llegó María, o Mariita como me gustaba llamarle en ese tiempo. Me gustó, me gusto mucho. Pero el hombre más básico había apresado su atención. Un abusador. El enemigo acérrimo de los chicos aplicados y responsables, en otras palabras, mi enemigo.

Convertirme en su amigo y acercarme a su corazón, fue la primera idea que cruzó mi inmadura, ridículamente romántica y esperanzada imaginación. Sin pensarlo, verdaderamente disfruté de su compañía como amiga. Nuestra relación tácitamente adquiría un valor más característico de una amistad real. No era una chica como las demás, era especial.

Tal vez fueron demasiadas las veces donde desprecie su compañía por el cariño de otras, sin embargo siempre permaneció ahí, apacible y tolerante. Plato de segunda mesa, solía definirse a sí misma en ese entonces. Pese a esto, solo podía pensar en ella y en sus palabras llenas de razón cuando me ocurría alguna nimiedad amorosa que para un adolescente puede llegar a ser una tragedia.

Después de tantos años, aun sobrelleva esa faceta infantil de mi personalidad. Ese aspecto que me gustaría aislar y que en mis más oscuros deseos se sofoca con los vapores que emana la sobriedad de mí pensar, eso merece mi aclamación. Recientemente obtuvo su titulación de profesional y ha demostrado con hechos lo capaz y hábil que es. La única forma de exponer supremacía es hacerlo con actos consecuentes a nuestras palabras y ella lo ha hecho siguiendo cabalmente su discurso. Estoy seguro que le espera una vida profesional muy exitosa y yo tendré una perspectiva privilegiada de su crecimiento profesional porque soy su amigo.
Muchas felicidades!

domingo, 7 de diciembre de 2008

Colombianismos

Nunca he pensado que los regionalismos sean malos. Pero creo que son un reflejo de la educación y la cultura del país. Todos los países tienen regionalismos, muchos son fascinantes e incluso ahora pertenecen al selecto grupo de palabras aceptadas por la Real Academia Española. Incontables son los regionalismos que no solo expresan un significado, también un sentimiento, una sensación.

Colombia no es la excepción. Tenemos tantos regionalismos como clases de anfibios o de orquídeas. Sinceramente, espero que no sean un reflejo de nuestra educación y cultura, y por primera vez me gustaría equivocarme.

Recientemente tuve una experiencia en la que percibí que no represento en lo absoluto al colombiano promedio. Y esta vez no lo digo por presumir de mi intelecto y buenas maneras, o mancillar al porcentaje mayoritario de colombianos que me superarían notablemente en una prueba de colombianidad. Lo digo porque ¡es cierto! Los colombianismos en mi vocabulario son muy pocos. Solo tres cosas podrían identificarme como un colombiano y son: Mi color de piel, mi acento y mi pasaporte. Y dentro de dos años es probable que dos de esas tres cosas hayan cambiado los colores amarillo, azul y rojo a la serie de colores rojo, amarillo y rojo. La tercera la podría adjudicar a un buen verano o a sesiones con rayos UVA.

Con la ayuda de mi amiga wikipedia he querido realizar una conversación cotidiana, en un ambiente cotidiano y en una situación cotidiana. Tan solo para mostrarles lo difícil que puede llegar a ser entender a un colombiano.

A: ¿To’es que marica, como le fue?

B: Paila, huevon. Me lo eché… no pillé la cascara.

A : No me crea marica! Yo la pillé de chiripa o sino seguro la cagaba también. Pero fresco, que estaba duro y yo creo que nadie pasa esa vaina, asi que vale huevo.

B: Sicas huevon, estaba perro. Que mamera, repetir esa mierda, me va tocar comer libro. Pero jueputa con este guayabo, antes no me dio la pálida. Ayer me metí una pea ni la mas hijueputa. Si no fuera por el tinto que me tomé antes estaría jodido.

A: Que gonorrea! Entonces ayer jartó hasta terminar jincho! Y no tiró ni una sola birra para los amigos no!...que boleta!

B: Huevon es que estaba con una vieja, le estaba echando los perros. Ud sabe como es la vuelta. Estoy tragadisimo de esa vieja y ayer me estaba dando papaya. Despues de tanto camellarmela, que chimba!

A: ahí está pintado. Dandodeselas del perro.

Dejo la inquietud. Pero esto no lo entiende alguien fuera de Colombia. Y para los que no sabian, el verbo "tocar" en reemplazo de " tener que" no lo utilizan en todo el mundo.

No todos nuestros regionalismos trituran el castellano, pero indudablemente no podemos asociar la mayoria de nuestros regionalismos colombianos a una riqueza intelectual.

P.D: Tal vez tu si lo entiendas muy bien Richard, pero tu no cuentas. Carlos se ha encargado de educarte en estos regionalismos, incluso creo que podrias pasar desapercibido en Colombia.

viernes, 5 de diciembre de 2008

Idiota explicitamente desequilibrado

Qué fácil es diferenciar a un charlatán, de un orador elocuente. Qué fácil es ignorar la verborrea de un niño, cuando no es más que un dramático intento por parecer mayor. Pese a esto, ignorar no es mi estilo. Me gusta el triunfo, el delicioso sabor que permanece después de la aniquilación de mi oponente. Me regocijo con su humillación, con su deshonra. Pero llamarlo oponente es concederle un status muy alto, cuando en realidad es todo lo contrario. Un adversario digno no es aquel que se autoproclama inteligente y convence a una mujer bastante impresionable e incauta de su supuesta intrepidez.

Hablemos claramente, me refiero al precoz novio de mi hermana. Un idiota con ínfulas de filósofo. Un cobarde que se refugia en la distancia. Asustadizo, temeroso y mentalmente inestable. No divertida e ingeniosamente trastornado como yo, el tipo no tiene mi sonrisa encantadora y mi agudo humor. No lo puedo culpar por eso.

Si lo puedo culpar de idiota. De no ceñirse al fiable plan de conquistar a los implacables hermanos de su querida novia con frases destinadas a incrementar nuestras ilimitadas confianzas. Lógica remplazada por ausencia de inteligencia. Muy lamentable.

Su locura lo sitúa en el periodo isabelino. Concretamente en una tragedia Shakesperiana, donde el amor se funde con la muerte. Lo ratifico, el tipo esta perturbado y carece de inteligencia.

Pero analizando bien la situación, un pico de cordura brota de la densa y oscura niebla de insensatez. Una mujer inteligente, bella, educada en los mejores valores y llena de éxitos académicos puede ser la luz en una vida llena de sombras. Un chico impopular con una existencia miserable que se cobija en el éxito de su novia. No es una historia que marque algún precedente. De hecho, es una historia tan repetitiva que se torna ridícula y aburrida.

Algunas puertas deben mantenerse cerradas. No se debe jugar al valiente y temerario con la familia de tu novia. La frase “solo me importa lo que pienses tú, no tu familia” solo funciona en las telenovelas mexicanas. El pobre chico de COLEGIO cree que es portentosamente audaz, me gusta imaginar que haría si se encontrara con mi padre. Frente a frente con un hombre tan inteligente y firme que destrozaría esa actitud burlona e infantil con una sola mirada. Sin decir una sola palabra.

Y si está dispuesto a soportar golpes “en nombre del amor” que me espere un año. Jamás he golpeado a otra persona pero siempre existe una primera vez para todo. Soy un hombre dispuesto a tener sensaciones nuevas.

La inteligencia no es decir un par de frases positivistas y leer a un par de autores sensacionalistas. Las acciones y las palabras nos definen permanentemente. Una persona inteligente sabe que la primera impresión es importante, una persona inteligente sabe cuándo debe renunciar a una disputa perdida. Una persona inteligente sabe cuando un esfuerzo es infructuoso. La inteligencia radica en abrirse el camino a través de un bosque frondoso, lleno de ramas y arbustos que dificultan el paso sin desafiar la naturaleza que todo lo rodea. Omnipresente, siempre alerta.