martes, 16 de septiembre de 2008

Como pez en el agua...

En mi adorada familia biológica, la que se encuentra en Colombia soy el hijo ideal. Siempre responsable. De aspecto pulcro, notas sobresalientes, aficiones y preocupaciones muy distintas a los demás jóvenes de mi edad. Una persona aburrida para muchos, aun así, la adoración de las madres. Tengo una hermana y un hermano que también desafían a su manera esa naturaleza que nos propone el entorno colombiano, de no haber sido así, realmente me habría sentido extraño.


Cada vez que encendía un televisor los cuchicheos de nuestra cultura me sumergían en un océano de violencia, vallenato y farándula, en donde por desgracia soy un gran mero. Mi cara imperturbable de mero reflejaba la apatía que padecía en este hábitat. No lo podía evitar. Los meros no somos muy populares en este arrecife coralino. Trataba de huir acérrimamente, no por que me sintiera avergonzado de nuestras tradiciones colombianas, de hecho me siento muy orgulloso de ser colombiano, tan solo no concebía la idea de ser otro pececillo más.

Pero que interesante que es la vida, desde que llegue a San Sebastián empecé a nadar en aguas tibias y pacíficas. Ya no nado contra la corriente como lo suelen hacer los salmones tan solo para terminar devorados por algún oso pardo.
Causar dificultades económicas en la familia, tener problemas con la bebida y obtener el peor record de notas no son cualidades para apreciar en estas aguas. No te convierten en el gran tiburón blanco en el que seguramente te podrías transformar si estuvieras en el arrecife colombiano. En Colombia, las personas se convierten en rémoras de estos feroces depredadores, no todas por supuesto, pero las que lo hacen, seriamente piensan que se encuentran en una relación de mutualismo, perdónenme pero es en esencia parasitismo.

Sigo siendo el mismo mero. Sigo teniendo esa gran y aburrida cara imperturbable, no obstante ya no es inexpresiva. Ahora expresa la felicidad que rebosa el tontuelo y siempre alegre pez payaso. Me he rodeado de un cardumen de peces festivos y siento por primera vez que el pez pequeño se come al grande.

Me siento como pez en el agua. Quiero volver a Colombia y cambiarlo todo. Quiero romper las leyes que rigen la naturaleza. Tal vez pretenda hacer lo imposible, no lo se, pero merece la pena intentarlo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

hombre yo se que usted va a cambier al país, tenga certeza de ello. aa y que buena tecnica

saludos desde colombia.
jorge pinzon.