lunes, 6 de octubre de 2008

La venganza de Rumpelstiltskin parte 2

Recordad que debeis leeros la parte numero uno y el cuento "rumpelstiltskin" si quereis entender toda la historia.
El día que comenzó su venganza su horrendo rostro tomó un semblante aun más pavoroso.
Se dirigió hacia la orilla del rio. Reclinó su cuerpo y de rodillas observó el reflejo de sus facciones en el agua. Su aspecto era caricaturesco, el lo sabia muy bien.
Parecía un buen momento para meditar en lo que recién había ocurrido en el antiguo molino.

“Nunca lo había hecho,
He acabado una vida;
Su cuerpo yace maltrecho,
Tuvo suerte, murió en su lecho;
Ver su sangre correr,
Me ha dejado satisfecho.
Darle amor, verla crecer,
Lo siento viejo, no lo volverás a hacer.”


Al caer la noche, se refugió en su escondite a esperar las consecuencias de sus actos. Era conciente que pronto las trompetas del castillo anunciarían la tragedia y el pregonero del palacio informaría: “El padre de la reina ha sido asesinado”.
Cubierto por la oscuridad de su resguardo, el duende saltaba de júbilo y sin temor ha ser escuchado exclamaba:

"El fin de mi soledad,
Se disipó como espejismo.
Ese niño me pertenecía.
Suponía mi alegría.
¡Que predomine el pesimismo!
Tres edades cercadas,
Por una venganza fría.

Toda la dicha humana,
Toda se basa en desgracias.
Tan solo tomará unos días,
Su vida quedará vacía.
Y a pesar de su poder,
Le costará comprender,
Lo difícil que puede ser,
Vivir solo por siempre.

¡Rumpelstiltskin mi nombre es,
Su mundo pondré al revés!”


La reina entro en pánico. Su padre estaba muerto y ella conocía el asesino.
A pesar de esto, no podía hablar al rey acerca del grotesco duende, descubriría el engaño del oro y su castigo seria la muerte.


"Era lo que demandaba, es justa su sanción;
El se ideo esto,
Merecía un final funesto;
Y sin embargo me siento entristecida,
Cuando miro su cuerpo sin vida.
¿Es solo el comienzo?
¿La deuda ha sido saldada?
Tal vez sigo condenada,
Será mejor si confieso.

Pero, ¿Quiénes somos para elegir,
Aquel que merece morir?
En un reino de indolencia,
Todos miran con dejadez,
La muerte del molinero,
Un viejo pobre y rastrero,
El hombre que me vio nacer.
Furia, razón y condición,
Me recuerdan mi proceder,
¡Soy la reina, Voy a terminar con el!

Un enano vulgar,
Tan tosco como su nombre,
Enseñándole a un hombre
Un poco de humanidad.
Es verdad,
Y aun así no voy a confesar."

A la mañana siguiente el determinado y bravío duende se dirigió al palacio. La vida del rey se disponía a arrebatar.

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