lunes, 13 de octubre de 2008

¿Loco? ¿Acaso no lo somos todos?

Me encuentro leyendo "La historia del loco" de John Katzenbach y como ya sospecharán los que me conocen, estoy experimentado cierta afinidad con el personaje principal. Me parece divertido que me suceda. Quizá si leo "Pinocho" encuentre en la ilustre marioneta de madera un hilo, una unión entre nuestros talantes. "Pinocho", una versión desfavorable de mi.
"Hada madrina, despójame de mi humanidad. Sustráeme los sentimientos, la fragilidad y la impulsividad" es lo que yo habría pedido.

Esta entrada la quise escribir instalándome en el lugar de un trastornado. Y como buen loco negaré mi locura, o la justificaré. No es tan difícil, algunos pensarían que no me supone ningún esfuerzo proyectar un estado de locura, me gusta pensar que no estoy loco, tan solo soy excéntrico.


Monologar en mi mente me embriaga, me apasiona. Cuando voy a mi cama a dormir leo un rato bajo la luz de la pequeña lámpara ubicada al lado de mi cama. Después escucho en mi Ipod una de mis listas favoritas, el Soundtrack de "Dexter" y profundizo sobre mi futuro o sobre mi pasado. Por momentos pienso en otras personas. También me planteo preguntas y las respondo en cuestión de segundos, la mayoría de esas preguntas son condicionales y comienzan con " que habria pasado si..." o " que pasaria si..."

Cuando camino por las calles me hago pequeñas anotaciones mentales: “ ¡joder!, no tengo ropa limpia, debo lavar al llegar a casa “," Me interesa ver esa película, aunque las críticas no la recomiendan", " Si se murieran todos los seres humanos y tan solo permaneciera yo con vida, ¿Quien fabricaría el bizcocho alemán que tanto disfruto?". Supongo que todos lo hacemos, lo de hacer notas mentales.

Los psicólogos te animan a exteriorizar estas voces. Quieren que abras esa pequeña libreta negra ubicada en el desván de tu cabeza y leas en voz alta lo que has escrito en ella toda tu vida. Páginas enteras de locura en estado puro. Son mis pensamientos, tan oscuros para los demás, tan claros para mí.

Oigo voces en mi cabeza. Son las voces que rigen mis días ¿Pero no todos lo hacemos?

¿Y la voz de la conciencia? muchas personas tienen conciencia. Más fascinante aun, la escuchan.

No llamaría a mis fieles compañeras "conciencia", estoy seguro que se sentirían ofendidas. Ellas no me persuaden a desistir cuando estoy perpetrando alguna acción terriblemente injusta. No se posan en mi hombro derecho vistiendo una túnica blanca y una aureola de oro. Son mucho más que eso.

La diferencia trascendental entre el tipo que cree ser Napoleón Bonaparte dirigiendo sus tropas en Waterloo y yo es simple, el permitió que sus voces se manifestaran públicamente y ahora descansa en un instituto psiquiátrico.

Toda la razón deriva de locura. “La materia está formada por partículas pequeñas llamadas átomos” estabas delirando John Dalton.

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